Hace un año estaba ya internada en el hospital, sin saber bien que pasaba ni porque. Faltaba un mes para mi fecha de parto pero los análisis de control no dieron del todo bien.
Estuve internada 12 dias antes de que me induzcan. Fueron días largos y grises. Me sacaban sangre cada dos días, monitoreaban al bebe dos veces por día -a veces por horas-, dos veces tuve falsa alarma de cesárea de urgencia, me pasaban medicamento por sonda todas las noches, tenia los brazos violetas de tanto pinchazo. No sabia lo que me pasaba, no me sabían dar un diagnostico preciso, estaba en un país que no era el mío, sin la contención física y presencial de mi gente.
Los de siempre, de la vida «real» estuvieron presentes gastando fortunas en llamadas a mi celular, tratando de regalarme un poquitito de calor argento. (tengo la suerte de tener amigas de fierro, de esas de siempre y que gritan al infinito y más allá).
Sin saberlo, por las redes sociales ya estaba creciendo algo, una especie de red virtual de amor. Suena medio cachongo decirlo así, pero realmente sentí eso.
Gente que yo no conocía mas allá de la virtualidad se empezó a agrupar preguntando por la mamma, ya que desde mi habitación no tenia buena señal y hace días que estaba desaparecida de la red. Por otro lado, otras mamás se consultaban entre ellas y me mandaban mails deseándome fuerza y luz, con consejos sobre como relajarme y ayudar a que mi hija y yo tengamos el parto que yo tanto había soñado. (Gracias Catalina!!)
No se como explicarles lo que se siente estar tan lejos, tan sola, aislada y de pronto un día, mágicamente mi teléfono se conecta y llueven mensajes y preguntas y consejos y abrazos virtuales. Lloré. De alegría claro.
La historia del nacimiento de Nunú es también la historia del nacimiento de muchas cosas. Con ella nací yo mamá, nacimos nosotros como familia y nacieron también nuevas amistades.
Una de mis amigas de siempre me hizo un comentario una vez, preguntándome: como es que podes llamarlas amigas, no las viste nunca. Le recordé algo muy simple, al padre de mis dos hijas lo conocí en Facebook y a un océano de distancia (nuestra historia) ¿Porqué no podría hacer amigas en tuiter?
El año pasado desvirtuamos con la Bosche. Comimos asados, tomamos mates y vimos jugar a nuestras crías en mas de una ocasión. Con Laqueloparió nos quedó el abrazo pendiente. Como decíamos: DIOS NOS TIENE MIEDO JUNTAS. 3 veces tuvimos que suspender nuestro encuentro. La semana pasada nos juntamos a jugar en una plaza con nuestras bestias, comimos helado y charlamos como siempre, eso si… nos abrazamos como nunca.
Ahora se acerca el cumple de Nuni, el 7 de abril. Y ellas, las amigas de la virtualidad, van a estar ahí para acompañarnos a soplar LA velita. Ellas, las virtuales y las reales, con sus críos y la mia, vamos a estar juntas y se me llena el corazón de alegría.
Laqueloparió se sorprende y emociona ante la invitación, a lo que solo pude responderle sos una ZOPENCA. Pocas personas estuvieron y están tan presentes en nuestro día a día como ellas. Pocas saben (y entienden) de la desesperación real de las noches de insomnio, de los días de fiebre, de la angustia que me generó el segundo embarazo, pocas conocen esos pequeños detalles y me devuelven contención y apoyo -y cada tanto me acomodan las ideas con un palazo en la cabeza- sólo como una amiga de verdad sabe hacer.
Hace un año estaba por nacer mi hija, y sin saberlo estaban gestándose fuertes amistades. La maternidad me movilizó tanto, me desacomodó todas las ideas, me dejó como bola sin manija. No entendí mas nada de nada… pero algo fue siempre claro: la contención es muy necesaria y la empatía es fundamental. No dudo que fue esa la fuerza que nos amontonó en tuiter, ahora pienso y no esta tan mal que mi hija no me haya dejado dormir por un año. A su llegada e insomnio le debo grandes amigas (incluso alguna loca fuera del #teamnoduerme 😉 )
A las de ayer, a las de siempre y a las de hoy GRACIAS POR TANTO.
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